El sacrilegio: Surfin’ USA


Abrimos nuevo espacio en el blog: El sacrilegio. Aquí encontraréis nuestras opiniones más opuestas a la «crítica oficial» más ortodoxa. Discos que están considerados como obras de arte, serán cuestionados con total impunidad. Grupos que cuentan con el beneplácito de los críticos, serán despellejados vilmente sin compasión. Bandas que son el blanco de todos los dardos, las defenderemos con uñas y dientes. Canciones calificadas como emblemáticas, las pondremos a parir de arriba a abajo. El primero de nuestros sacrilegios será un ejemplo de esto último: nunca he soportado el Surfin’ USA de los Beach Boys.

Supongo que hay canciones que nos enganchan como hay otras que no pero algunas terminan siendo repulsivas. Una de ellas siempre ha sido para mi la susodicha. Recuerdo mis primeras incursiones en los bares escuchando la música que sonaba en aquella época (segunda mitad de los 80). La confortable imagen dibujada en mi cabeza al recordarla, se rompe cuando surge el puñetero estribillo que da título a la repudiada tonada. Esos juegos de voces, esa mezcla entre agudos y graves, ese sonido de guitarra, eran la perfecta melodía para salir corriendo del garito que osara pincharla. ¡Qué puto horror! Y encima, para hacer este artículo, me entero que Brian Wilson la plagió de una canción de Chuck Berry, de Sweet Little Sixteen. Tras la pertinente denuncia de su compositor, tuvo que compartir autoría con él. Surfin’ USA tiene como autores a Brian Wilson y a Chuck Berry, tócate los huevos.

Los míticos «Chicos de la playa» y su majestuoso Pet Sounds y todo lo que quieran los críticos, pero son un puto coñazo!

Ya sea en blanco y negro:

O en color con John Stamos. No sabéis quién es éste? Era el tío Jesse de la serie Padres Forzosos (Full House en inglés) en la que salían las gemelas Ashley Oldsen.

Fijáos si tenía que ser empalagosa la dichosa canción que hasta el efímero ídolo de jovencitas Leif Garrett hizo su versión en 1977.

La única que salvaría es la que hicieron Jesus & Mary Chain. Me acuerdo que la descubrí cuando publicaron su disco de caras B Barbed Wire Kisses. Al comprarlo entonces por 700-800 ptas de la época, no me acuerdo exactamente de la cantidad, me di cuenta de que los hermanos Reid habían tenido la desfachatez de versionearla. A pesar de ello tenté a la suerte y puse la aguja en el temido corte. Lo que sonó fue este estruendo que no me quitó la sensación de sentirme algo masoca aunque me gustó más que la insufrible versión original.