Las anécdotas hispanas de Joe Strummer (II)


Joe Strummer, J.A. García, J.I. Lapido y Jesus Arias

De izq a dcha: J.A. García (091), J.I. Lapido (091), Strummer y Jesús Arias

Continuamos con las anécdotas que protagonizó el miembro de The Clash contadas por su amigo granadino Jesús Arias. En este segundo capítulo nos narra cómo surgió el encuentro con 091 y algunos aspectos de la grabación en la que participó como productor. En el relato incluye parte de una letra que escribió Strummer en un spanglish muy pero que muy particular. Para situarnos en el tiempo, la acción transcurrió durante el período 1985-86, ya que el segundo disco de 091, el que produjo Strummer, se publicó en el año 1986.

«La leyenda cuenta que estando en Barcelona Strummer oyó una canción de 091 y se emocionó tanto que le entró la necesidad imperiosa de conocerlos, viajando rápidamente a Granada. La realidad, como siempre, es otra:

Estábamos en el ‘Silbar’ (pub de moda de la época) y llegó un tío, malencarado y zarrapastroso, le dijo a Tacho (Tacho González, batería de 091) que tenía unas letras y Tacho se quitó de enmedio pasándomelo a mí, tenía una libretilla de esas de cuadros, sucia y hecha polvo. Empezamos a hablar y el caso es que, a pesar de la pinta de jipioso que tenía, había algo en su cara familiar.
Yo me acordé de las historias que circulaban por Granada, de que si ‘Los Clash’ habían estado por aquí (cierto, cuando la primera espantada de Strummer) y se lo comenté a Tacho: ‘ostras este tío se parece a Joe Strummer’. No le dijimos nada, pero al del bar le pedimos que pusiera algo de ‘Los Clash’, y allí estábamos los dos mirándolo a ver que hacía…Y sí, era él», recuerda José Ignacio (García Lapido, guitarrista de 091). ¡Una experiencia casi mística! El caso es que el inglés no soltaba prenda, recluido en una pequeña pensión se dedicaba a escribir en la famosa libreta, a beber ginebra en el Silbar y a perseguir a las chicas. Una noche fue recogido de madrugada en un estado lamentable, y completamente perdido, por un periodista del Diario de Granada y depositado, salvo, que no sano, en su fonda. Al día siguiente concedía a su salvador la única entrevista que daría desde la disolución de Los Clash hasta entonces.
En aquella comida-entrevista a los pies de la Alhambra afirmó que le gustaba lo que hacían 091 y habló de sus nuevos proyectos, entre los que estaban el último álbum de la banda. Días después desapareció como había llegado, sin decir nada. Meses más tarde, cuando los Cero estaban preparando las maquetas en un estudio de la calle Recogidas para su inminente grabación, reapareció dispuesto a echar una mano a los granadinos, incluso escribió un par de letras para el grupo en el espaninglis mental que le caracterizaba, adaptadas por Gabi (Gabriel Contreras), un amigo de todos.

Se cree, se piensa mas allá del extremo del sur
Aunque podría ser al Este, dice el mangante
Esto es como si siempre soñara en el negro expreso que pasa
Trabajando en Recogidas with the sexis señoritas
El graffiti-boy graba una inscripción en las paredes de la catedral
El taxista espera the woman del amigo del general
La gente espera al hombre de chocolate
al hombre del chocolate
El limpiabotas hace disparates con maniquíes en los escaparates
La gente espera al hombre de chocolat
Esto es como si siempre soñara en el expreso negro que pasa
Trabajando en Recogidas With the sexis señoritas
With the sexis señoritas

Las famosas maquetas de la calle Recogidas (sin the sexis señoritas) fueron la base para el primer disco de la era Zafiro: Más de cien lobos. Un nuevo peldaño en la carrera agridulce de los Cero. Con ellas y con Pepe Loeches se fueron a los estudios Eurosonic y Track, dos de los mejores del momento. Iniciaron así una tormentosa aventura que acabó de aquella manera. Las sesiones de grabación fueron un auténtico suplicio. «Ocurría que Joe tenía una forma de trabajar muy diferente a la nuestra. Él iba al estudio tan sólo con unas ideas que desarrollaba allí, y aquí se llegaba con todo muy perfilado para ahorrar tiempo de grabación».

Joe Strummer con J.A. García y J.I. Lapido de 091

De izq a dcha: J.A. García (091), J.I. Lapido (091), y Joe Strummer

Para cerrar este capítulo, os dejo con Escenas de Guerra, una de las canciones destacadas del disco de 091 titulado Más de cien lobos.

Las anécdotas hispanas de Joe Strummer (I)


strummer alhambra 2

Joe Strummer y detrás La Alhambra

Comenzamos hoy una serie de artículos en los que os contaremos algunas de las anécdotas más interesantes de John Graham Mellor, más conocido como Joe Strummer, cantante, compositor y guitarrista de The Clash, durante sus estancias en España.

londoncallingA finales del pasado mes de junio Bruce Springsteen abría sus conciertos en Londres y Glastonbury con London Calling y Coma Girl, 2 canciones de Joe Strummer. Fue todo un guiño al miembro de The Clash y un bonito gesto además hacerlo en su propia tierra. Joe Strummer, figura clave en la historia del punk-rock anglosajón y fallecido prematuramente en 2002, tuvo desde sus comienzos como músico una relación especial con España.

Cuando vivía en Londres en una casa ocupada, convivió con un navarro y dos malagueñas. Una de ellas sería su novia durante un par de años, de nombre Paloma Romero, pero «bautizada» como Palmolive por Paul Simonon, futuro bajista de la banda, al no saber pronunciar bien su nombre. Esta chica, que luego sería batería de dos grupos punks (The Slits y The Raincoats), vivió en Granada y posiblemente fue la culpable de la atracción hacia esa ciudad que demostró posteriormente Strummer. En una de sus canciones más emblemáticas, Spanish Bombs, mezclando el inglés con un castellano macarrónico, trataba el tema de la guerra civil y del asesinato de Federico García Lorca. Y es que el poeta granadino era uno de sus grandes mitos. Tal era la fascinación que tenía hacia su obra que en 1984, huyendo de los conflictos que salpicaban al grupo, escogió vivir en Granada091_Doce canciones sin piedad

Allí conoció a 091, grupo local que por aquel entonces daba sus primeros pasos y que durante 14 años forjaría una trayectoria tan reputada como incomprendida por el gran público (cómo fue ese encuentro también da para otro jugoso artículo del que próximamente tendréis noticias). Jesús Arias, periodista actualmente, en el pasado integrante de los grupos T.N.T y Exxon Valdez, y hermano del bajista del grupo Antonio Arias, se hizo amigo de él. Cuando Strummer se encargó de la producción de su segundo disco (Más de Cien Lobos) allá por 1986, estaba pasando por malos momentos. Tenía una especial admiración por 091 y quería que hacer una producción de la que sentirse orgulloso, pero la compañía le ponía infinidad de trabas a su trabajo y no aceptaba muchas de sus propuestas. Él se sentía ninguneado y deprimido, necesitaba apoyo moral y Jesús fue una de esas personas donde lo encontró. Esta es la antesala para la anécdota que cuenta en primera persona el propio Jesús Arias y que empieza cuando conoce a un músico callejero llamado Fabrizzi.

«Fabrizzi era uno de esos bohemios trotamundos que se ganaba la vida tocando su acordeón en la calle Zacatín de Granada. Era un «homeless» que interpretaba al acordeón música clásica (Tchaikovsky, Mozart, Beethoven), tangos, canciones pop, lo que fuera, siempre con una maestría increíble. Un músico excepcional.

Arias conocía a Fabrizzi desde hacía unos meses. «Había oído una música buenísima desde lejos y, conforme me acercaba, descubrí que era un acordeonista callejero. Me quedé escuchándolo al menos media hora, echándole monedas y aplaudiendo con cada nueva cosa que tocaba. Era la hostia. Al final, cuando ya el grupo de gente que se había congregado a su alrededor se había dispersado, yo seguía allí, todo embelesado».

Le dije: ¿Cómo te llamas, tío?

Me dijo: Me llamo Juan Carlos, pero todo el mundo me llama Fabrizzi.

Le dije: Pues eres la hostia. De verdad.

Me dijo: Tú debes ser músico.

Le dije: Sí. Y estoy asombrado. ¿Cómo consigues tocar a Tchaikovsky de esa manera? Estoy alucinado.

Me dijo: Tchaikovsky no es tan complicado. Lo difícil son los Clash y los Rolling Stones.

Le dije: No me jodas. ¿Conoces a los Clash?

Me respondió: ¿Los Clash? Son mi grupo favorito.

Y empezó a tocar «Jimmy Jazz».

Le dije a Fabrizzi: «Recoge: Te invito a lo que quieras».

Nos fuimos a un bar, bebimos cervezas y hablamos larguísimamente sobre los Clash. Nos despedimos una hora después. Yo, a partir de ese día, trataba de pasarme por la calle Zacatín para oírlo, él para pedirme que le contara historias de Joe Strummer o para que me contara que lo habían contratado como músico en una obra de teatro.

Y bueno, aquel día, en el Campo del Príncipe, mientras Joe está diciéndome lo jodido que está, aparece Fabrizzi con su acordeón. Lo veo de lejos. Le hago un gesto. Me ve de lejos y se acerca, sin dejar de tocar, hasta nuestra mesa. Y esta escena es la hostia. Uno de los momentos más acojonantes de mi vida. Majestuoso.

Nada más llegar, le digo a Fabrizzi: «Fabrizzi, éste tío de aquí es Joe Strummer».

Fabrizzi lo mira. Me mira a mí. Me dice: «No. Ése no es Joe Strummer».

Joe se vuelve hacia él, y le dice en español: «Si, yo soy Joe Strummer, señor».

Fabrizzi le dice: «Tú no eres Joe Strummer. Tú te pareces a Joe Strummer. Pero no eres Joe Strummer».

Joe me pide que traduzca lo que ha dicho Fabrizzi. Se lo traduzco.

Joe se enfada: «Of course I’m Joe Strummer!».

«Tú no eres Joe Strummer», le dice Fabrizzi con toda tranquilidad.

Joe se levanta de su silla. «¡Sí soy Joe Strummer!», dice en español.

Fabrizzi, tan vagabundo, con sus ojos a lo Martin Feldman, sonríe como los vagabundos que han visto de todo y han oído de todo en este mundo. Vuelve a decirle: «Que no, que no eres Joe Strummer. Yo conozco a Joe Strummer y es mucho más alto que tú».

Joe me pide traducción. Traduzco.

Fabrizzi le espeta entonces: «Si eres Joe Strummer, canta esto».

Y se pone a tocar «Jimmy Jazz».

Cuando Joe Strummer escucha que un músico callejero está tocando en un acordeón «Jimmy Jazz», que le dice en su cara que no es Joe Strummer… Joe… Ese Joe Strummer se va a su lado y, como otro músico callejero, se pone a cantar «Jimmy Jazz» con la voz de Joe Strummer. Y los dos músicos se miran. Y Fabrizzi toca de la hostia y Joe Strummer canta de la hostia.

Putos músicos los dos, como si estuvieran tocando en el metro de Madrid.

Y Joe cantando con lágrimas en los ojos. El día de su cumpleaños se va a Granada y se encuentra a un músico vagabundo que toca sus canciones por la calle para ganarse la vida, que le niega el derecho a ser Joe Strummer, pero que se sabe sus canciones.

Terminan el «Jimmy Jazz» y Fabrizzi le dice: «Bueno, la voz se parece bastante. Pero, si quieres, probamos con ‘London Calling'».

Fabrizzi me dice luego: «Dile que sí, que es Joe Strummer».

Se lo traduzco a Joe, al que le caen los lagrimones por toda la cara. «El mejor cumpleaños de mi vida», dice Joe. «El mejor cumpleaños de mi vida». Para colmo, se acercan a nuestra mesa unos turistas ingleses, y le echan unas monedas a Joe: «Brilliant, really brilliant. You both sound exactly as The Clash (Brillante, realmente brillante. Ambos sonáis exactamente como los Clash).»

Para cerrar esta primera entrega, os dejo con Coma Girl, una de mis canciones preferidas con su grupo Los Mescaleros incluída en el álbum póstumo Streetcore.

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