La leyenda del Tiempo. El homenaje a Lorca.


lorca

Federico García Lorca

En estos tiempos en los que andamos a vueltas con la exhumación de los cuerpos de la fosa donde presuntamente están los restos del poeta Federico García Lorca, me ha venido a la cabeza una canción que siempre me ha gustado y que tiene relación con el gran poeta. Se trata de La Leyenda del Tiempo de Camarón y está estos días de actualidad, ya que se cumplen 30 años de su publicación. No soy un fanático de su música, pero si que reconozco que algunas de sus canciones me gustan. Y esta es una de ellas.

En un principio, este disco fue rechazado de plano, aunque el tiempo ha acabado dando la razón a los que apostaban por él. Sus amigos le decían que había tirado su carrera a la basura y muchos gitanos devolvían el álbum diciendo: «Esto no es un disco de Camarón», recuerda el productor del malogrado cantaor, Ricardo Pachón. Os dejo un enlace a Rtve, donde podeis ver el documental retransmitido el domingo titulado «Tiempo de Leyenda».

Camarón, quiso realizar un disco homenaje a Lorca, que bajo el nombre de

camaron

Camarón

La leyenda del tiempo, vió la luz en el año 1979. Para ello, utilizó en sus canciones, parte de los poemas que Federico García Lorca escribió para su obra “Así que pasen 5 años”, obra escrita en su periplo por las Américas. La combinación Federico Garcia Lorca- Camaron, tiene para mi gusto, el punto cumbre en la canción La leyenda del Tiempo.

Antes de acabar, recordar lo que dijo una vez Federico García Lorca.

«Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir».

Aquí os dejo la canción La Leyenda del Tiempo y la letra de la misma (una obra en si misma).

El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.

¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

Si quieres puedes descargar el disco homenaje a Lorca, «La leyenda del tiempo» pinchando sobre la carátula.

la leyenda del tiempo

Las anécdotas hispanas de Joe Strummer (X)


Seguimos con esta sección que se ha convertido ya en asidua en el blog y que de la mano de Jesús Arias, el amigo de Joe Strummer, os traemos aquí como cada semana. Esta vez nos cuenta una noche entre amigos, con alcohol y música, en la que desbarran tocando una canción en su casa. De paso, Arias toca el problema tan grave que supuso la heroína para tantos jóvenes en aquellos años 80.

«Revolviendo entre mis cosas, me acabo de encontrar una cinta que estuvo perdida durante años. Es una cinta de grabadora pequeña. En una cara habían un mitin de Aznar en Granada, en 1996, y en la otra cara…

Joe Strummer en mi casa, afinando mi guitarra con unos invitados borrachos, tocando luego la canción «Junco Partner» (él y mi guitarra desafinada, con alguien borracho haciéndole coros). Luego una entrevista que TUVIMOS que hacer a nuestro pesar en un restaurante de Granada, porque Strummer y yo lo que queríamos era seguir nuestra fiesta y reírnos mucho.

A la hora del café, ya nos pusimos serios los dos y le hice la entrevista, inicialmente, para El País. Al día siguiente, Joe y yo volvimos a quedar y me dijo: «Hey, don’t send them the interview we had yesterday. Let’s forget about it».

En la entrevista, tanto a él como a mí se nos nota muy desganados. Yo con preguntas normales, él con respuesta normales. Los dos, muy clásicos.

Pero encontrar esa cinta, que es del 21 de agosto de 1992, ha sido un shock para mí. Recuerdo aquel día, la noche anterior, con Joe en casa cantando «Junco Partner» en mi grabadora, afinando la guitarra, discutiendo sobre guitarras.

Anoche, escuchando la cinta, se me vino aquella velada toda de golpe a la cabeza. Joe había venido con su mujer, Gaby, las niñas y unos amigos a celebrar su 40 cumpleaños en Granada (la famosa anécdota de Fabrizzi) y la noche antes estuvimos de juerga por los bares con unos amigos. Al final terminamos Pitu, ex cantante de Conservantes Adulterados, de Jaén, y esporádico cantante de TNT, yonqui y bandido (murió hace un par de años de Sida y en la más absoluta indigencia), Strummer y yo en mi casa.

Habíamos estado hablando de una canción que Joe quería hacer sobre el sitio en el que habían fusilado a García Lorca y que iba a llamarse así, «Lorca». Él me había encargado años atrás que yo escribiera la música mientras que él escribiría la letra. Eso había sido en 1985. Aquella noche de 1992 hacía tiempo que yo ya tenía escrita la música. Fue en medio de la borrachera cuando surgió el tema de la vieja canción que íbamos a hacer juntos cuando Joe dijo: «¿Tienes bebidas en tu casa? Vámonos a tu casa y trabajamos en la canción». Fue un error que se viniera Pitu porque estaba absolutamente borracho y eufórico y no nos dejó trabajar tranquilos a Joe y a mí. Fue cuando Joe cogió la guitarra y le dije que tocara ‘Junco partner’ y decidí grabarlo con lo único que tenía a mano. Yo le hacía algunos coros, pero Pitu desvariaba. Al final de ‘Junco Partner’, corté la grabadora y nos pusimos a trabajar en ‘Lorca’. Le dije: «He intentado que la canción suene un poco a The Clash». Él la escuchó antentamente mientras la tocaba y me dijo: «No suena a canción de The Clash. Suena a canción buena». Intentamos trabajar un poco mientras yo le enseñaba a Joe la melodía de voz, pero Pitu no dejaba de incordiar. Al final, Joe me dijo que lo dejásemos para otro día en el que estuviésemos solos y él pudiese escribir tranquilamente la letra. Estuvimos bebiendo como hasta las cinco o así hasta que ya Pitu y Joe se marcharon.

Ahora que lo pienso… Aquella noche estuve con dos muertos… Pitu murió dos o tres años después que Joe. Había sido un tío magnífico cuando estaba limpio. Compuso una de las canciones más formidables que escuché jamás: «Y no hay luz». Nosotros solíamos tocar esa canción en los ensayos de TNT: «Noches en blanco / días negros / sabor a muerte en la boca / atrapado en la tormenta». Hoy, todos los miembros de aquel grupo de Jaén, Conservantes Adulterados, están muertos. Los aniquiló la heroína. De hecho, el bajista, Carlos Vicious, gran amigo nuestro, murió. Pero no sólo él: también sus dos hermanos. En cuestión de tres o cuatro años murieron los tres hermanos por culpa de la heroína. Sus padres quedaron desquiciados…»

Acabamos con una canción del grupo TNT del que Jesús Arias formó parte en la década de los ochenta.

Las anécdotas hispanas de Joe Strummer (V)


Esta quinta entrega no tiene desperdicio. Jesús Arias narra con especial emoción uno de los pasajes más curiosos sobre la estancia de Joe Strummer en Granada. Su pasión por Lorca le llevó a protagonizar una escena entre emotiva y surrealista en Víznar, el lugar donde parece que se encuentran los restos del poeta granadino. (Recientemente se publicaba la noticia que anunciaba que la Junta de Andalucía había aprobado la apertura de la tumba de Lorca en octubre de este mismo año).

«Llegamos a Víznar cuando se estaba poniendo el sol. El paisaje, desde allí, es sencillamente esplendoroso. Al entrar en el pueblo, Joe detuvo el coche: “Let’s look for a ferretería” (busquemos una ferretería), me dijo.

-A ferretería? What for? (una ferretería? para qué?)- le dije yo.
-We need shovels (Necesitamos palas)
-Shovels? Are you crazy? What do you mean for shovels? (Palas? estás loco? Qué quieres decir con palas?)
-If Federico García Lorca is buried here, we are going to find his grave and take his body out. (Si F.G.L está enterrado aquí, vamos a encontrar su tumba y sacar su cuerpo)
-Are you crazy, Joe? It’s impossible to find Federico García Lorca’s grave! (Estás loco, Joe? Es imposible encontrar la tumba de F.G.L!)
-If you and me are here, together, Jesús, it means that anything is impossible for us. (Si tú y yo estamos aquí, juntos, significa que nada es imposible para nosotros)

Joe quería buscar la tumba de García Lorca, rastrear todo el lugar, descubrir su cadáver y desenterrarlo. Estaba convencido de que iba a encontrarlo. Traté de explicarle que era absolutamente imposible: que son kilómetros, kilómetros y kilómetros cuadrados de monte, que ya ni siquiera existían montículos que indicaran sobre posibles enterramientos durante la guerra civil, que muchas zonas estaban repobladas de pinos. Joe seguía en las suyas. Finalmente, le dije: “Mira, vamos a hacer una cosa. Visitamos primero el sitio. Te enseño todos los posibles lugares en los que podría estar enterrado y si ves alguno que te despierte una corazonada, volvemos a pueblo, compramos las palas, y vamos allí”.

Se mostró de acuerdo.

Le conduje hasta el paraje en el que se sospecha que Lorca fue fusilado. Hoy hay un parque que lleva el nombre de Lorca, pero entonces todo era un inmenso descampado de terruño y de monte, con sólo algunos olivos. Debajo de alguno de ellos, nunca se sabrá, están Lorca y muchos más. Alrededor, pinares que repueblan otras muchas tumbas anónimas. Entre esos pinares y los olivos, en algún sitio, está Federico García Lorca. Le dije a Joe que parara el coche y me bajé.

-He’s somewhere, around here. (El está en algún sitio, por aquí)

Joe se bajó. Empezó a caminar. Yo lo esperé al lado del coche. Le dejé pasear. Se encendió un cigarrillo y lo ví alejándose poco a poco, ladeando la cuneta, observando la puesta de sol, escuchando el silencio. Cuando estaba como a unos cincuenta metros de mí, se volvió.

-Ven -me dijo.

Conforme iba hacia donde él estaba, soltó de pronto: “I can hear them”. (Puedo oirlos)

Luego lo volvió a susurrar cuando llegué a su lado: “I can hear them”.

“Hear what?”, le pregunté yo. (Oir qué?)
“I can hear the screams of the dead” (“Puedo oír el grito de los muertos”). “Something really tragic, unbelievable, terrific, happened here, something really tragic. I can hear it. I can hear the screams of the dead”. (Algo realmente trágico, increíble, terrorífico, sucedió aquí, algo realmente trágico. Puedo oirlo. Puedo oir el grito de los muertos)

Nos quedamos callados bastante tiempo, mirando la puesta de sol, escuchando el silencio. Luego Joe apagó su cigarrillo, se sacó una china de chocolate y se puso a liar un porro. “Hace muchos, muchísimos años, le prometí a Federico García Lorca que me fumaría un porro delante de su tumba, en su honor”, dijo en inglés. Y luego, en español: “Federico, va por usted, maestro”. Se encendió el porro, cruzó la carretera y se fue hacia unos olivos: “Es aquí ¿verdad?”, me preguntó en español, refiriéndose a los olivos que cita Ian Gibson en sus libros sobre la muerte de Lorca. Le dije que sí. Se sentó, me ofreció el porro -yo no fumé, prefería el tabaco- y me dijo en inglés: “Prométeme que algún día volveremos por aquí. Traeremos guitarras acústicas. Compondremos una canción llamada ‘Lorca’ que hablará de esta tarde, de este silencio, de esta puesta de sol, del grito de los muertos, de este olivo. De ahora mismo. Tú escribe la música y yo escribiré la letra. Pero no quiero que esta tarde se me olvide”.

Luego, al cabo de un rato en silencio, dijo: “Well, it’s time to come back to Madrid and work hard”. (Es momento de volver a Madrid y trabajar duro)

Durante los años siguientes, cuando nos llamábamos, cuando nos veíamos, Joe y yo hablábamos de ‘Lorca’, la canción. Yo, con los años, fui componiendo una canción muy al estilo Clash, para que él la cantara y le pusiera texto. Él siempre me preguntaba que cómo iba nuestra canción. Yo le decía que ya tenía la música, pero que necesitaba que él le pusiera el estribillo. Años después, quisimos hacer dos canciones juntos, ‘Lorca’ y ‘Tranceblues’. Él nunca llegó a enseñarme sus letras o si había escrito algo. Pero siempre me preguntaba por la música que yo había hecho. Le enseñé una idea en 1992, y a él le gustó. Eso ya es otro recuerdo.

No sé si Joe se acordaría muchas veces de aquella visita a Víznar, de las promesas de canciones que hicimos. Pero a mí se me quedó grabada para siempre aquella frase suya: “I can hear the screams of the dead”. “Puedo escuchar el grito de los muertos”.

Inicialmente, el homenaje que Richard Dudanski preparó para Joe tras su muerte en el Sacromonte, en agosto de 2003, debía haber tenido lugar en Víznar, pero, por problemas con la Diputación de Granada, no pudo ser. El segundo sitio de referencia sobre Joe era el Sacromonte.

A mí me queda esa tarde con mi amigo Joe en Víznar, esa puesta de sol, ese silencio, los cigarrillos que nos fumamos juntos, las palas que no nos compramos en la ferretería, el paisaje, la complicidad del colega, la brisa fresca, la poesía de Lorca y el Dodge-Dart plateado con techo negro.»

Termino con la canción en la que Strummer ya plasmaba su afición por Lorca y por lo sucedido en la guerra civil española, Spanish Bombs, con letra mitad en inglés mitad en castellano.

Las anécdotas hispanas de Joe Strummer (I)


strummer alhambra 2

Joe Strummer y detrás La Alhambra

Comenzamos hoy una serie de artículos en los que os contaremos algunas de las anécdotas más interesantes de John Graham Mellor, más conocido como Joe Strummer, cantante, compositor y guitarrista de The Clash, durante sus estancias en España.

londoncallingA finales del pasado mes de junio Bruce Springsteen abría sus conciertos en Londres y Glastonbury con London Calling y Coma Girl, 2 canciones de Joe Strummer. Fue todo un guiño al miembro de The Clash y un bonito gesto además hacerlo en su propia tierra. Joe Strummer, figura clave en la historia del punk-rock anglosajón y fallecido prematuramente en 2002, tuvo desde sus comienzos como músico una relación especial con España.

Cuando vivía en Londres en una casa ocupada, convivió con un navarro y dos malagueñas. Una de ellas sería su novia durante un par de años, de nombre Paloma Romero, pero «bautizada» como Palmolive por Paul Simonon, futuro bajista de la banda, al no saber pronunciar bien su nombre. Esta chica, que luego sería batería de dos grupos punks (The Slits y The Raincoats), vivió en Granada y posiblemente fue la culpable de la atracción hacia esa ciudad que demostró posteriormente Strummer. En una de sus canciones más emblemáticas, Spanish Bombs, mezclando el inglés con un castellano macarrónico, trataba el tema de la guerra civil y del asesinato de Federico García Lorca. Y es que el poeta granadino era uno de sus grandes mitos. Tal era la fascinación que tenía hacia su obra que en 1984, huyendo de los conflictos que salpicaban al grupo, escogió vivir en Granada091_Doce canciones sin piedad

Allí conoció a 091, grupo local que por aquel entonces daba sus primeros pasos y que durante 14 años forjaría una trayectoria tan reputada como incomprendida por el gran público (cómo fue ese encuentro también da para otro jugoso artículo del que próximamente tendréis noticias). Jesús Arias, periodista actualmente, en el pasado integrante de los grupos T.N.T y Exxon Valdez, y hermano del bajista del grupo Antonio Arias, se hizo amigo de él. Cuando Strummer se encargó de la producción de su segundo disco (Más de Cien Lobos) allá por 1986, estaba pasando por malos momentos. Tenía una especial admiración por 091 y quería que hacer una producción de la que sentirse orgulloso, pero la compañía le ponía infinidad de trabas a su trabajo y no aceptaba muchas de sus propuestas. Él se sentía ninguneado y deprimido, necesitaba apoyo moral y Jesús fue una de esas personas donde lo encontró. Esta es la antesala para la anécdota que cuenta en primera persona el propio Jesús Arias y que empieza cuando conoce a un músico callejero llamado Fabrizzi.

«Fabrizzi era uno de esos bohemios trotamundos que se ganaba la vida tocando su acordeón en la calle Zacatín de Granada. Era un «homeless» que interpretaba al acordeón música clásica (Tchaikovsky, Mozart, Beethoven), tangos, canciones pop, lo que fuera, siempre con una maestría increíble. Un músico excepcional.

Arias conocía a Fabrizzi desde hacía unos meses. «Había oído una música buenísima desde lejos y, conforme me acercaba, descubrí que era un acordeonista callejero. Me quedé escuchándolo al menos media hora, echándole monedas y aplaudiendo con cada nueva cosa que tocaba. Era la hostia. Al final, cuando ya el grupo de gente que se había congregado a su alrededor se había dispersado, yo seguía allí, todo embelesado».

Le dije: ¿Cómo te llamas, tío?

Me dijo: Me llamo Juan Carlos, pero todo el mundo me llama Fabrizzi.

Le dije: Pues eres la hostia. De verdad.

Me dijo: Tú debes ser músico.

Le dije: Sí. Y estoy asombrado. ¿Cómo consigues tocar a Tchaikovsky de esa manera? Estoy alucinado.

Me dijo: Tchaikovsky no es tan complicado. Lo difícil son los Clash y los Rolling Stones.

Le dije: No me jodas. ¿Conoces a los Clash?

Me respondió: ¿Los Clash? Son mi grupo favorito.

Y empezó a tocar «Jimmy Jazz».

Le dije a Fabrizzi: «Recoge: Te invito a lo que quieras».

Nos fuimos a un bar, bebimos cervezas y hablamos larguísimamente sobre los Clash. Nos despedimos una hora después. Yo, a partir de ese día, trataba de pasarme por la calle Zacatín para oírlo, él para pedirme que le contara historias de Joe Strummer o para que me contara que lo habían contratado como músico en una obra de teatro.

Y bueno, aquel día, en el Campo del Príncipe, mientras Joe está diciéndome lo jodido que está, aparece Fabrizzi con su acordeón. Lo veo de lejos. Le hago un gesto. Me ve de lejos y se acerca, sin dejar de tocar, hasta nuestra mesa. Y esta escena es la hostia. Uno de los momentos más acojonantes de mi vida. Majestuoso.

Nada más llegar, le digo a Fabrizzi: «Fabrizzi, éste tío de aquí es Joe Strummer».

Fabrizzi lo mira. Me mira a mí. Me dice: «No. Ése no es Joe Strummer».

Joe se vuelve hacia él, y le dice en español: «Si, yo soy Joe Strummer, señor».

Fabrizzi le dice: «Tú no eres Joe Strummer. Tú te pareces a Joe Strummer. Pero no eres Joe Strummer».

Joe me pide que traduzca lo que ha dicho Fabrizzi. Se lo traduzco.

Joe se enfada: «Of course I’m Joe Strummer!».

«Tú no eres Joe Strummer», le dice Fabrizzi con toda tranquilidad.

Joe se levanta de su silla. «¡Sí soy Joe Strummer!», dice en español.

Fabrizzi, tan vagabundo, con sus ojos a lo Martin Feldman, sonríe como los vagabundos que han visto de todo y han oído de todo en este mundo. Vuelve a decirle: «Que no, que no eres Joe Strummer. Yo conozco a Joe Strummer y es mucho más alto que tú».

Joe me pide traducción. Traduzco.

Fabrizzi le espeta entonces: «Si eres Joe Strummer, canta esto».

Y se pone a tocar «Jimmy Jazz».

Cuando Joe Strummer escucha que un músico callejero está tocando en un acordeón «Jimmy Jazz», que le dice en su cara que no es Joe Strummer… Joe… Ese Joe Strummer se va a su lado y, como otro músico callejero, se pone a cantar «Jimmy Jazz» con la voz de Joe Strummer. Y los dos músicos se miran. Y Fabrizzi toca de la hostia y Joe Strummer canta de la hostia.

Putos músicos los dos, como si estuvieran tocando en el metro de Madrid.

Y Joe cantando con lágrimas en los ojos. El día de su cumpleaños se va a Granada y se encuentra a un músico vagabundo que toca sus canciones por la calle para ganarse la vida, que le niega el derecho a ser Joe Strummer, pero que se sabe sus canciones.

Terminan el «Jimmy Jazz» y Fabrizzi le dice: «Bueno, la voz se parece bastante. Pero, si quieres, probamos con ‘London Calling'».

Fabrizzi me dice luego: «Dile que sí, que es Joe Strummer».

Se lo traduzco a Joe, al que le caen los lagrimones por toda la cara. «El mejor cumpleaños de mi vida», dice Joe. «El mejor cumpleaños de mi vida». Para colmo, se acercan a nuestra mesa unos turistas ingleses, y le echan unas monedas a Joe: «Brilliant, really brilliant. You both sound exactly as The Clash (Brillante, realmente brillante. Ambos sonáis exactamente como los Clash).»

Para cerrar esta primera entrega, os dejo con Coma Girl, una de mis canciones preferidas con su grupo Los Mescaleros incluída en el álbum póstumo Streetcore.

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